Seguro que los jugadores más jóvenes de Call of Duty no se acuerdan, quizá ni siquiera sepan de qué les estamos hablando. Pero hubo un tiempo en que el mundo temía el estallido de la Tercera Guerra Mundial entre dos superpotencias como Estados Unidos y la Unión Soviética. No hace falta recordar la crisis de los misiles de Cuba; allá donde había una guerra -Vietnam, Afganistán, República Dominicana…- las fuerzas ocultas del capitalismo y el comunismo movían sus piezas para mantener un frágil equilibrio.
Treyarch ya nos brindó una estupenda perspectiva de este conflicto en Call of Duty Black Ops, hace 10 años, basado en las operaciones encubiertas que la CIA y el MI6 llevaron a cabo por todo el mundo, y ahora recupera este tono, entre el género bélico y el espionaje, en Call of Duty Black Ops Cold War, que es una secuela directa de aquel.
Si el año pasado Modern Warfare nos sorprendió con una perspectiva muy cruda de los conflictos actuales en Oriente Medio, en esta ocasión Cold War nos vuela la cabeza reescribiendo la historia, aprovechando acontecimientos, personajes y localizaciones reales de principios de los años ochenta. Es una de las ambientaciones que mejor le sienta a la saga, y casi parece algo demasiado «serio» con sensaciones como las novelas de John Le Carre o Frederick Forsyth, como si estuviésemos descubriendo qué es lo que ocurría en el mundo «de verdad».
Call of Duty Black Ops Cold War es una gigantesca obra de ficción (aparte de un genial FPS) que arranca con una campaña muy arriesgada, de las mejores que ha tenido la serie (y que firma David S. Goyer, cuyo trabajo hemos disfrutado en películas como El caballero oscuro o El hombre de acero).
Esta campaña parte de elementos familiares. La búsqueda de Perseus (un agente soviético infiltrado) no es una experiencia muy larga (se puede completar en menos de 6 horas), y nos vamos a encontrar con elementos esenciales de todos los Call of Duty; niveles de acción cinematográfica con momentos «scriptados», escenarios bélicos muy reconocibles, inspirados en películas como Apocalypse Now, presencia de personajes históricos, como los presidentes Ronald Reagan y Mikhail Gorbachov… Pero en esta ocasión, aparecen un puñado de novedades que elevan la experiencia.
La primera de todas, es que podemos editar a nuestro personaje, seleccionando su nombre, su tono de piel, el sexo y su perfil psicológico, que añade «perks» como mayor resistencia o un cargador adicional. No es algo muy relevante mientras jugamos, pero cuando lleguemos al final de la historia descubriremos que tiene sentido.
Y esa no es la única novedad; también podemos tomar decisiones en determinados momentos de la campaña -tanto en los diálogos como en el momento de ejecutar o capturar a un objetivo-. De nuevo, no son aspectos que cambien radicalmente la experiencia, pero afectan al final del juego… porque la campaña cuenta con dos finales radicalmente diferentes (uno de ellos con dos variantes) y además, cambian algunos matices dependiendo de nuestras decisiones.
Call of Duty Black Ops Cold War también nos ofrece misiones secundarias que son opcionales. Y lo mejor es que no son simplemente niveles extra (como en Infinite Warfare) sino que para completarlos tenemos que recoger pistas en el desarrollo principal y resolver enigmas: encontrar a los sospechosos que hay que eliminar durante la misión o descifrar un código para leer la información en un diskette. Casi nos sentimos como auténticos espías, tirando de papel y bolígrafo para apuntar claves y cruzar los datos.
Pero aún hay dos niveles que destacan sobre el resto. El primero de ellos es una misión de espionaje en la sede del KGB en Moscú, el famoso edificio de Lubianka. Ya en COD World War II nos habíamos encontrado con misiones de infiltración, pero en este caso, las múltiples posibilidades que ofrece y las mecánicas de infiltración y navegación casi se parecen más a un Dishonored, es un impresionante paso adelante para la franquicia, y un nivel que rejugar varias veces para disfrutar de todo lo que ofrece.
El segundo de los niveles que «rompen» la campaña transcurre en Vietnam, y los recuerdos de nuestro operativo hacen que el escenario se transforme una y otra vez. El mapa se modifica en tiempo real mientras repetimos nuestro avance en busca de un búnker, y la experiencia, que recuerda al nivel de la Segunda Guerra Mundial de Black Ops III, es extraordinaria. Aplaudimos el esfuerzo de Cold War por cambiar una fórmula probada, y mejorarla con estas variaciones.
Aún hay dos elementos más que elevan el modo historia para un jugador. El primero de ellos es la posibilidad de regresar al piso franco de la CIA para prepararnos antes de cada misión; y en este lugar también hay secretos que nos dan acceso a bonus. como un ordenador en que jugar viejas aventuras de texto, como Zork o una recreativa con arcades clásicos de Activision.
El segundo es la ambientación en 1981, que es sensacional. Afecta a las armas, los vestidos civiles y uniformes, la iluminación o la música. Y refleja un gran trabajo de documentación, que invita a explorar hasta el último rincón de Berlín Oriental, las instalaciones soviéticas o un motel en el corazón de los Estados Unidos.
Para el final, nos dejamos dos sorpresas, que sólo vamos a insinuar. La primera de ellas es un guiño para todos aquellos que hayan jugado al primer Black Ops, con el regreso a una de las localizaciones más emblemáticas del original, ahora transformada.
La segunda es que el juego establece por fin la conexión entre las sagas Black Ops y Modern Warfare, y reúne todos los Call of Duty en un mismo universo bélico, desde la Segunda Guerra Mundial hasta el futuro cercano. ¿Os emocionó ver cómo se reunía la Joint Task Force al final del juego anterior? Pues esperad a jugar esta campaña.
Puede que hasta este momento os pique la curiosidad por jugar la campaña antes de lanzaros al modo multijugador; hay muchas novedades y sorpresas… pero seguro que os compensa más cuando descubráis que el juego nos ofrece un progreso cruzado, que conecta nuestros avances en campaña, multijugador, zombies y Warzone. Ahora jugar la campaña no sólo es un excelente prólogo, sino que tiene utilidad para nuestro avance en los otros modos.
Para empezar, el multijugador arranca con una cinemática que tiene lugar después de los acontecimientos de la historia principal, y que enlaza la historia y le da un tono más narrativo a los combates online entre la OTAN y el Pacto de Varsovia; de nuevo un paso más en la dirección que trazaba Modern Warfare el año pasado.
El modo online es algo más conservador que la campaña, pero eso no es malo, en particular cuando se trata de un sistema que continúa depurándose con cada entrega y que tampoco está exento de novedades.
Los veteranos de la saga, ya conocen alguno de los puntos clave de un juego de Treyarch; apuestan por scorestreaks (rachas de puntos en lugar de las rachas de bajas), por escenarios de diseño simétrico con tres calles y dos alturas, que resultan más equilibrados que en los juegos de Infinity Ward y por enormes posibilidades de personalización para los operadores y vehículos.
Cold War recupera el crossplay entre todas las plataformas, también intergeneracionales. Es decir, podremos jugar con jugadores de PS5, PS4, Xbox Series X, Xbox One y PC. Los servidores dedicados se encargan de que sea una experiencia equilibrada para todos (sin tener en cuenta las ventajas de jugar con teclado y ratón, claro, que se compensan con cierta ayuda al apuntado si jugamos con gamepad).
Call of Duty Black Ops Cold War presenta dos estilos de partida en el multijugador; los clásicos 6v6 en que se cuentan Duelo por equipos, Punto caliente, Dominio, Baja confirmada, Buscar y destruir o Todos contra todos, junto a dos estilos masivos (armas combinadas que soporta hasta 24 jugadores con uso de vehículos y Equipos de asalto, para un máximo de 40 jugadores divididos en equipos de 4).
La principal novedad en el catálogo de modos es Escolta VIP, un modo de juego sin respawn en que un equipo debe escoltar a uno de los jugadores hasta uno de los dos puntos de extracción del mapa, mientras que sus rivales tratan de abatirlo. Es un estilo de juego más táctico que el resto, algo más lento, que añade una perspectiva diferente a los intercambios de fuego frenéticos.
El modo multijugador conserva el sensacional «gunplay» que ha encumbrado a la saga. Se mantiene la tasa de 60 FPS (hasta 120 FPS en las versiones next gen si contamos con un monitor compatible) y el feedback que provoca disparar cada una de las armas es excelente, hasta el reencontrarse con el sonido seco de los impactos en nuestros enemigos.
En la entrega de este año nos encontramos con un cambio importante: nuestra puntuación de racha de puntos no se resetea al morir. Por una parte, esto significa que es más habitual que encontremos UAV, helicópteros de apoyo o descargas de artillería durante la partida, pero de este modo también se premia a los jugadores que juegan para el equipo, defendiendo el punto caliente o tomando las banderas.
En nuestras partidas, el resultado de no resetear esta cuenta de puntos funciona muy bien, y anima a que coordinemos mejor nuestras acciones. No nos hemos encontrado con un uso «exagerado» de las rachas (que nos temíamos en primera instancia) y sin embargo, si hemos disfrutado yendo a por objetivos diferentes, que no fueran simplemente acumular bajas enemigas. Si acaso, los perks como sangre fría o fantasma se vuelven más interesantes.
En cuanto a la selección de perfiles, personalización y progreso, Cold War continúa el buen paso que marcó el año pasado Modern Warfare. En este caso contamos con 13 operadores de la OTAN y el Pacto de Varsovia, y cada uno de ellos puede personalizar equipo, tres perks, rachas de puntos, mejora de campo (que se activa después de un tiempo en combate) y comodines.
Una de las novedades que presenta PS5 y que se ha integrado en el juego es la posibilidad de hacer elogios a un jugador desconocido para mejorar la comunidad en general.
Por último, aunque los tiempos de carga en las consolas de nueva generación son mucho más rápidos, eso se traduce en un tiempo extra para preparar nuestra clase, ver la pequeña secuencia de introducción… pero no vamos a tener ninguna ventaja sobre los jugadores de las consolas actuales.
Desde Activision nos han confirmado que a lo largo de la temporada irán llegando nuevos mapas y modos de juego (empezando por Gunfight 2v2) y que todos los jugadores se podrán descargar de forma gratuita, para mantener a la comunidad aún más activa todo el año.
En Black Ops Cold War disfrutamos de una especie de reinicio, Die Maschine (que es el primer capítulo del modo zombis) nos devuelve a aquél búnker de la Segunda Guerra Mundial asediado por zombies nazis, pero durante los años ochenta.
Controlamos un nuevo equipo (en modo cooperativo de 1 a 4 jugadores) con la sensación de que el juego está más conectado con los modos multijugador y la campaña; no se trata de una historia independiente, sino de una secuela o una historia paralela. Evidentemente el escenario es más grande, y cuenta con zonas a oscuras que iluminamos con una linterna, pero el avance es más dirigido y da la impresión de que algo más fácil que en los juegos anteriores.
En cuanto a las novedades, además de poder compartir los progresos de nuestro perfil en todos los modos (y de una curva de dificultad más equilibrada) nos ha gustado especialmente la posibilidad de solicitar la extracción en cualquier momento de la partida. Esto significa que si queremos dejar de jugar después de un buen rato, podemos conservar los desbloqueos y la experiencia obtenida, solicitando un helicóptero que nos saque del mapa (y sobreviviendo a las oleadas más duras).
Además de la historia principal de zombis, Die Maschine, PlayStation cuenta con un modo exclusivo para uno o dos jugadores bautizado como Aniquilación. Este nuevo modo se desarrolla en 7 mapas tomados del multijugador, y el avance es ligeramente distinto; ya no vamos desbloqueando zonas, sino que seguimos una esfera que recorre el mapa, mientras oleadas de no muertos nos asedian.
Es una variante muy divertida, y se completa con el regreso de Dead Ops Arcade (el «twin stick shooter» en perspectiva cenital con un estilo retro y buenas dosis de humor).
Call of Duty Black Ops Cold War luce estupendamente. El juego corre sobre el mismo motor gráfico de la entrega anterior (con pequeñas mejoras) y se beneficia de la potencia de las nuevas consolas. Las mejoras que incorporan estas versiones afectan a los tiempos de carga reducidos, resolución 4K y 60 FPS (hasta 120 FPS en el modo multijugador) e iluminación por trazado de rayos, que destaca especialmente en los niveles de Vietnam y Berlín.
La recreación de armas y escenarios es impresionante, aunque en esta ocasión, la construcción de los rostros nos ha parecido irregular: algunos personajes son perfectamente creíbles, pero el aspecto de los secundarios no mantiene el nivel. Lo que sí ha mejorado es el doblaje al castellano, que vuelve a contar con una estrella como José Coronado, pero no contrasta tanto como Najwa Nimri en la entrega de 2019.
El sonido 3D de PS5 brilla si jugamos con auriculares. En particular el modo en que se mezclan las pistas de juego de voces, disparos y efectos con las canciones licenciadas de los años 80 que suenan en determinados puntos del juego. Aunque nuestro headset no sea 5.1 o 7.1 la experiencia es completamente inmersiva.
Y por su parte, el uso del mando Dualsense es toda una lección de cómo aprovechar el hardware. En primer lugar porque la vibración háptica marca las diferencias entre las armas disponibles, y aumenta el estupendo «feedback» de disparar.
Pero lo más notable es el uso de los gatillos de resistencia variable. De esta manera sentimos que al encarar el arma, con el gatillo izquierdo, la resistencia es progresiva, mientras que disparar, con el gatillo derecho, es como saltar un «tope». Es muy recomendable probarlo, salvo que juguéis en competitivo a un nivel alto, y entonces puede que tengamos la sensación de que es una «desventaja» el que los gatillos ofrezcan resistencia, ya que hacen que la pulsación sea más lenta.
Después de una entrega «revolucionaria» como Modern Warfare, Call of Duty Black Ops Cold War consigue mantener el tipo, gracias a un multijugador equilibrado, un enorme modo zombis y sobre todo una campaña que no se limita a ser una montaña rusa de disparos y persecuciones, sino que consigue transmitir la atmósfera de la Guerra Fría, y se mueve entre el aspecto bélico y el espionaje. Aunque se trata de un juego intergeneracional, ya aprovecha las funciones de la nueva generación.
Seguro que los jugadores más jóvenes de Call of Duty no se acuerdan, quizá ni siquiera sepan de qué les estamos hablando. Pero hubo un tiempo en que el mundo temía el estallido de la Tercera Guerra Mundial entre dos superpotencias como Estados Unidos y la Unión Soviética. No hace falta recordar la crisis de los misiles de Cuba; allá donde había una guerra -Vietnam, Afganistán, República Dominicana...- las fuerzas ocultas del capitalismo y el comunismo movían sus piezas para mantener un frágil equilibrio.
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